7/3/16

Alzheimer, resistencia y aceptación tras escuchar el fatal diagnóstico [7-3-16]


Alzheimer, resistencia y aceptación tras escuchar el fatal diagnóstico

Cuanto más corto sea el tiempo de lucha contra lo inevitable menos agotados estaremos a la hora de afrontar y resolver los problemas de la enfermedad.

He leído recientemente un muy interesante artículo que me recordó una conversación mantenida, no hace mucho, con un amigo a cuyo padre le han diagnosticado Alzheimer. Mi amigo, en un momento dado de nuestra charla, me decía "¿Cómo puedo aceptar algo tan injusto? ¡Me resisto a la idea de lo que se nos viene encima!"

Esa frase se me quedó grabada y hace unos días encontré el artículo de que os hablaba que, casualmente, trataba de la resistencia y la aceptación…era como si el autor lo hubiese escrito para mi amigo. Creo que las reflexiones que quiero compartir con vosotros pueden ayudarnos ante cualquier circunstancia vital, y muy particularmente ante la noticia de que un ser querido tiene Alzheimer.

Todos conocemos el dicho “lo que resiste, persiste”, estas palabras, ciertas en muy variadas circunstancias, se vuelven especialmente válidas cuando hablamos de encarar una dificultad importante.

La resistencia surge cuando nos oponemos a un acontecimiento rechazando lo que sea que ocurre, y acompañamos esa oposición con sentimientos de rabia o indignación. Esta reacción emocional no nos ayuda ante lo que haya que resolver, y en cambio nos complica las posibles soluciones o las actitudes más positivas para nosotros.

La resistencia nos enturbia el buen juicio y la capacidad de razonar claramente. Y si no aprendemos a controlarla nos puede conducir a un estado de paralización emocional, que dificulta aún más las cosas. Mientras nos resistimos estamos malgastando nuestras fuerzas con el conflicto emocional interno que vivimos, en vez de aplicarnos en la búsqueda de soluciones.

Es una reacción natural en todos los seres vivos rechazar aquello que nos hace daño, y buscar lo que nos va bien y nos hace estar mejor. Pero ¿Qué hacemos ante las ocasiones en que lo que ocurre es inevitable y no nos gusta o nos daña?

La respuesta es muy corta…¡afrontarlo!

Si no lo hacemos estaremos dando alas a nuestra resistencia, aumentando el sufrimiento y dificultando la toma de decisiones y actitudes que nos ayuden a sobrellevar el problema.

La aceptación es, por el contrario, la actitud con la que permitimos emocionalmente que la situación sea tal cual es. Reconocemos la realidad, sin oponernos a ella e, incluso y en el mejor de los casos, conseguimos sintonizarnos con esa realidad que nos afecta.

La aceptación no suele llegar de un modo rápido ni automático, muchas veces lo hace tras un periodo, más o menos largo, de resistencia.

Pero cuanto más corto sea ese tiempo de lucha contra lo inevitable menos agotados estaremos a la hora de afrontar y resolver.

Con la aceptación llega el fin del sufrimiento innecesario que produce la resistencia. Nuestra energía puede centrarse en la situación no deseada y nos dará una mejor comprensión de las cosas.

La aceptación puede ser el punto de partida de una nueva circunstancia que traiga aparejado el crecimiento y el enriquecimiento personal.

Sin duda la nueva situación, una vez aceptada, nos obligará a importantes cambios en nuestra vida: personas que saldrán de ella, otras que llegarán, aplazamiento de proyectos e, incluso, su abandono. Pero todo ello lo viviremos como algo natural en el desarrollo de la nueva etapa, una vez aceptada.

Ante un hecho doloroso- como puede serlo el saber que un ser querido está enfermo- dejemos fluir nuestra natural y lógica resistencia, el menor tiempo posible.

Luego aceptemos la realidad, como una oportunidad para muchas cosas: apreciar, valorar, disfrutar, compartir…amar.

E, inevitablemente, veremos como la situación cambia y nuestro estado emocional con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario